Abordar un conflicto
En el número 205 de la revista «CUERPOMENTE» aparece un interesante artículo con ese título, en el que se explican las claves para resolver este tipo de situaciones. Hemos destacado los contenidos principales de este artículo:
Hay personas que parecen atraer los conflictos, mientras otras los eluden o resuelven de forma creativa. Si se enfocan con flexibilidad, las desavenencias permiten madurar como persona.
Si la vida estuviese exenta de conflictos probablemente sería imposible el progreso y no se ofrecería a la humanidad la oportunidad de desarrollar nuevos recursos para superarse y dar un paso más allá.
Tanto los conflictos entre personas como los conflictos interiores y los conflictos entre grupos y civilizaciones plantean a quienes los experimentan el reto de aprender. Pero, ¿qué pasos pueden ayudar a comprender la lección? ¿Qué actitudes y conductas nos apoximan a una solución?:
1) Aceptar lo que sucede sin juzgarlo: Puede ser útil preguntarse: «¿qué puedo aprender de esto?». Aceptar lo ocurrido sin juzgar permite ampliar la visión de las cosas. Los conflictos se generan porque dos formas de sentir y pensar entran en confrontación. La ofuscación que se deriva de eso puede disiparse si se acepta que la parte contraria se rige por un mapa distinto, el cual determina sus actos.
2) Saber ponerse en el lugar del otro: En todo conflicto existen como mínimo tres posiciones: la propia, la contraria y la de quien lo observa desde fuera. Las dos partes en conflicto casi siempre buscan lo mismo: cubrir necesidades básicas para los seres humanos, como son la seguridad, el reconocimiento, la valoración o el afecto. Se trata de unas necesidades que no suelen hacerse explícitas durante el conflicto; por ello, esforzarse por descubrirlas ayudará a encontrar una solución próspera para ambas partes.
3) Distinguir entre conducta e identidad: Muchos conflictos surgen como reacción a la etiqueta que se le ha colgado a una persona más que a lo que ha hecho.
4) Buscar el silencio: A veces basta contar hasta diez; en otras ocasiones se necesita más tiempo. El silencio permite examinar lo que ha pasado y detenerse a valorar qué se desea a partir de ese momento. Todo conflicto entre personas implica en buena medida un conflicto en el interior de cada una de ellas. A menudo, el otro hace de espejo de facetas nuestras de las que no somos conscientes o que rechazamos.
5) ¿Estoy dispuest@ a resolver ese conflicto?: Despegarse del niño que patalea para comportarse como un adulto, comprender a qué jugamos y si queremos seguir jugando, es crucial para avanzar hacia una solución.
6) Negociar para lograr el «yo gano, tú ganas»: Lo ideal es lograr un acuerdo en el que todas las partes salgan ganadoras. Eso resulta más fácil si se actúa desde el respeto a uno mismo y al otro, y se trabaja desde un lugar donde se han aparcado los juicios para dejar que la serenidad aflore. La pregunta es: «¿Qué busco de bueno para mí?». La respuesta no sólo facilitará la solución, sino que desvelará las causas del conflicto más allá de las discusiones dialécticas. Ciertos conflictos perduran y parecen irresolubles. Eso suele ocurrir cuando ninguna de las partes revisa su postura, perdiendo la oportunidad de crecer como persona, empresa o nación.
4 formas de mejorar el diálogo:
Las acciones más adecuadas para romper el hielo:
.
Probablemente no hay conflicto sin solución. Encontrarla permite sentirse mejor con uno mismo, pero eso requiere invertir la dirección de los pensamientos, a fin de intentar comprender al otro en vez de simplemente criticarle.