Escuela de Familias (2): ANIMACIÓN A LA LECTURA
A lo largo de la Historia, la literatura infantil ha reflejado siempre en sus personajes los roles y los valores propios de la sociedad de cada momento.
Así, los que solemos llamar cuentos clásicos nos presentaban personajes muy buenos, sometidos a la extrema maldad de otros, y enfatizaban de forma exagerada la lucha entre el bien y el mal para que finalmente aquél venciese de forma clara y contundente.
La literatura infantil, como la adulta, adopta en cada momento una forma que responde a necesidades concretas del momento, por lo que cumple una función determinada.
En la actualidad encontramos incluso versiones suavizadas de esos cuentos clásicos, en los que se atenúan las formas y las diferencias entre los extremos, probablemente porque ahora las necesidades y la realidad son otras.
En todo caso, cada historia, cada libro, no es más que una herramienta. Más aún cuando hablamos de literatura infantil, pues en este caso los adultos somos los iniciadores y los responsables de canalizar cada narración, de adaptarla a los momentos y situaciones concretas.
Sabiendo que se educa sobre todo con el ejemplo, nuestra actitud, nuestra propia afición hacia la lectura y nuestro esfuerzo por animar a nuestr@s hij@s a leer, son decisivos. Por eso, quizás debamos plantearnos prioritariamente la necesidad de animarnos a nosotr@s mismo@s a leer más, porque:
– Un libro es un amigo
– Leer es otra forma de viajar
– La lectura desarrolla la capacidad de imaginar, de soñar, de crear
– Leer un libro contribuye a mejorar nuestra cultura, enriquece nuestro vocabulario, amplía nuestros horizontes
– Mientras leemos enfocamos nuestra atención en cuestiones concretas que son ajenas a lo cotidiano, a la rutina. Por lo tanto, nos ayudan a eliminar el estrés y nos alejan de los problemas de nuestra vida diaria.
– Si lees estás adquiriendo y reforzando valores muy positivos que transmitirás a tus hij@s.
¡Cuéntaselo a l@s de tu parada!