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Debate 1 (3): Educación en la igualdad: Uso no sexista del lenguaje
El siguiente enlace, enviado por Esmeralda, nos da más datos para el debate sobre el uso no sexista del lenguaje. Se trata de un artículo del periódico «El País»:
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El siguiente enlace, enviado por Esmeralda, nos da más datos para el debate sobre el uso no sexista del lenguaje. Se trata de un artículo del periódico «El País»:
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7 Comments
Hola: He leído la documentación que estáis aportando y os diré que el tema me interesa. Pero, según mi humilde y modesta opinión, mucha gente se lía demasiado con esto. Si no recuerdo mal lo estudiado, la norma es un concepto estadístico que hace referancia a algo que es utilizado o realizado por una mayoría durante el tiempo suficiente como para convertirlo en eso: en una norma. Si esto es así y si tod@s, más o menos, estamos de acuerdo en que el lenguaje debemos utilizarlo como herramienta de unión y de entendimiento, es justo que «las miembras» tengan el lugar que les corresponde en nuestro diccionario. Y eso sólo depende de los hablantes: cuanto más utilicemos el término, antes formará parte del diccionario (pese a quien pese). A mí el hecho de que sea una incorrección tampoco me preocupa mucho, mientras no me multen por cometerla. Y, si nos empeñamos, podemos acabar metiendo también la arroba (@) como signo que hace referencia a la doble opción femenino/masculino.
Para mí lo importante en este momento es el hecho de que por fin estemos planteando debates con temas como éste, lo cual es ya un gran paso, pues yo personalmente tengo que confesar que, aunque nunca utilicé el lenguaje con actitud sexista, tampoco fui consciente hasta hace poco tiempo de que usaba muchas palabras que podían tener un tinte sexista. Supongo que aquí la empatía juega un importante papel.
Por favor, continuad con el debate; me interesa. Un saludo
Hola guik, gracias por tu aportación. Esperamos que el debate siga y todos podamos aprender algo con él. Un saludo.
Completamente de acuerdo con Guik. Y me gusta mucho la idea de introducir la arroba en ese sentido. Pero eso es válido para el lenguaje escrito, pero no para el verbal. Y en el lenguaje verbal tenemos el obstáculo de una de las carácterísticas fundamentales del idioma: la economía. El lenguaje tiende a ser económico, a ahorrar palabras (excluimos por supuesto el lenguaje literario) por una razón. Si recordamos el esquema básico del acto de comunicación (emisor, receptor, código, mensaje…) una de las cosas que afecta a la comunicación es la pérdida de información que se produce desde que el emisor produce el mensaje hasta que el receptor lo descodifica y lo comprende. Una de las maneras que tiene el lenguaje de evitar esa pérdida de información es economizar palabras. Si para decir algo usamos tres palabras en vez de una, hay más posibilidades de que por interferencias externas, se pierda parte de la información que el emisor intenta transmitir. Por supuesto, el lenguaje tiene recursos para compensar el «ruido» (concordancia, redundancia) pero sigue sin gustarme la idea de usar continuamente masculino y femenino. Y, sinceramente, creo que no triunfará. De todos modos, como apunta Guik, el lenguaje lo crean los hablantes y serán ellos los que haban lo que quieran de él. Y si quieren miembras, habrá miembras. Esto por ejemplo, si que no me parece mal. El lenguaje da la posibilidad de hacer el femenino de miembro, pues a ello. Si ahora suena mal, dentro de dos años sonará mejor.
La verdad es que el lenguaje tampoco ayuda, sobre todo el nuestro. Dicen que es rico, con una gramática compleja y llena de matices; yo creo que así es, puesto que incluso fuera del ámbito literario utilizamos (aunque sea sin rigor y sin conciencia literaria) numerosas figuras que cambian el sentido de lo que decimos: exageraciones, repeticiones, comparaciones … y todo eso combinado con otro tipo de recursos de entonación, etc. como la ironía, que cambia, con un tono determinado, un concepto por su contrario. Luego está la interpretación del receptor, que es decisiva. Sobre esto el refranero popular también aporta su parte (al lío del lenguaje, quiero decir), pues da respuestas para cada opción y para la opuesta: “No hay cosa mal dicha, sino mal interpretada”, pero “Piensa mal y acertarás” (por poner un ejemplo). El uso real, oral y coloquial, nos impide tener en cuenta tantos matices precisamente por lo que Esmeralda apunta de la economía.
Total, que vuelvo al tema de las actitudes (también señalado por Esmeralda): Si la actitud es buena, la intención también lo será. Y si lo es la mía, no tengo razones para pensar que la tuya no lo es. ¿Por qué entonces surgen tan a menudo los malos entendidos, las suspicacias?, ¿no conseguimos hacernos entender?, ¿no tenemos la actitud adecuada?, ¿tal vez un poco de todo?
Dado que éste es el panorama, lo menos que cabe es la prudencia, mantener las formas, evitar los problemas cuando se puede, en lugar de tener que resolverlos. Y sobre todo, cuando, dentro de este nuestro idioma, tan rico y lleno de matices, se nos ofrezcan varias opciones para el mismo concepto, escoger siempre la que no dé lugar a dobles interpretaciones, la que no marque diferencias discriminativas o la menos mala, si sólo hay dos opciones y las dos son poco buenas.
En definitiva, creo que hay razones más que suficientes como para intentar no utilizar un lenguaje que pueda parecer sexista.
Conclusión: estamos de acuerdo en ¿todo? Como no entre alguien opinando algo radicalmente opuesto, se nos acabó el debate.
Por cierto, también de acuerdo en que los radicalismos son malos, sean del lado que sean: ni usar términos que discriminen a las mujeres, ni que las mujeres se sientan discriminadas por todo, que tampoco es el caso.
Saludos.
Puede que no te falte razón, guik: o encontramos un punto de discordia o se acaba el debate. Pero eso no debe importarnos, algo ya hemos aprendido. Además, seguro que algún tema nuevo se nos ocurrirá. Id pensando. Saludos.
Hola: ¿Qué hay de nuevo?¿Nadie que nos aporte una opinión radicalmente opuesta, ni siquiera opuesta a secas?. Bueno, yo, mientras eso sucede y, que quede claro, sólo por mantener el debate (pues si no, caería en aquello que dije hace días de no complicarse la vida), os invito a dar media vuelta de tuerca al asunto comentando esto que se me ocurrió:
Siempre nos quedará en el lenguaje algún resquicio del dominio del género masculino, pues hay casos de muy difícil solución, me parece a mí, como el de los plurales que se refieren sólo a dos. Efectivamente, hay expresiones en el lenguaje que expresan exclusivamente el par: ambos, sendos, por ejemplo, y otras locuciones que, a la hora de “desgajar” para hacer referencia a los dos géneros por separado se convierten en expresiones laaaaargas y difíííííciles de pronunciar. ¿Cómo haremos por ejemplo, cuando nos refiramos a una pareja de mujer y hombre, para expresar “ninguno de los dos”?. En el lenguaje escrito ya lo teníamos resuelto con la arroba pero, como dice Esmeralda, el lenguaje oral es otra cosa: “Pues a mí, de esa pareja, ninguno ni ninguna me gusta” (elimino ya de mano el artículo, porque la expresión lo permite y porque no hay posibilidad de mantenerlo: no es “las”, no es “los”, ¿cuál es?).
Quizás con el paso del tiempo, de mucho tiempo (o no tanto), para constatar eso de que todo es cíclico, volvamos al dual de los griegos.
Pero si todo es cíclico, y dado que no existe (o yo no conozco) momento histórico en el que el lenguaje haya reflejado preponderancia del género femenino sobre el masculino, cabe deducir que esa es una situación todavía por llegar. O sea, que quizás estemos ante la posibilidad de acabar dando la vuelta a la tortilla y quedar como al principio. Ya sé que es una exageración, que siglos de historia pesando siempre hacia el mismo lado no se pueden cambiar en poco tiempo. Pero el ciclo es el ciclo, ja.
Llegado el caso estaría bien aprender de la experiencia y lograr el punto medio de equilibrio.
Bueno, ya os dije que hay gente que se complica mucho la vida.
Os dejo, hay tema nuevo de debate y me interesa. Saludos.
Tranquil@, guik, que tod@s tenemos días inspirados de esos. Tú sigue.